martes, 25 de mayo de 2010

Medina Millet on Line


Medina Millet on Line
     Un crimen muy discutido
                2004

Ignoraba yo, que siempre he sido enemigo del amarillismo y de las notas rojas, a que se referían cuando mencionaba, principalmente El Diario de Yucatán, el llamado caso Medina-Abraham.

Después de escuchar a través de años los apellidos, lograron grabárseme en la mente.

Entre mis actividades habituales frente a la computadora, no pasa un día sin que le de “una pasadita” al periódico mencionado y siempre encuentro noticias sobre el caso.

Llegó el día en que me despertó curiosidad este asunto y me puse a leer una breve crónica de la tragedia, basada por supuesto en los hechos aparentes, así como los detalles más relevantes de las investigaciones.

Por lo menos durante veinticinco años de mi vida, mi trabajo fue la investigación y precisamente de hechos delictuosos, aunque no de homicidios, pero aprendí de intuición, de malicia, de reacciones humanas, etc., etc. y respecto de este asunto criminal tan sonado y en el que un órgano periodístico ha luchado a través de sus páginas con una tenacidad nunca antes vista (ahora aliado con el Gobernador del Estado) por la liberación de Armando Medina Millet sentenciado a veinte años de prisión por el homicidio de la que fue su esposa Ileana Abraham Mafud, me atreví, previa retroalimentación y reflexión a establecer algunas conclusiones teóricas, por supuesto.

¿Cómo pienso yo que habría actuado, en el lugar del padre de la occisa?

1°-Por principio de cuentas, nunca me hubiera pasado por la mente un homicidio premeditado.

2°-Nunca un suicidio.

3°-Posiblemente, un homicidio imprudencial.

Otra hipótesis podría ser la inducción al suicidio. (Lo que sí implicaría premeditación)

¿Los motivos?

Parece evidente que tanto los padres de la víctima como el inculpado, cada quien por su cuenta, tiene verdades que decir, pero no las dirán nunca.

Medina Millet fue liberado casi inmediatamente de la tragedia al haber resultado negativo en la prueba de radizonato de sodio, al contrario del resultado positivo en Ileana, según los peritos, quienes omitieron precisar en el documento expedido con motivo del peritaje, que se trataba de un suicidio. Esa liberación fue breve y el inculpado nuevamente detenido, con lujo de aspaviento y todas esas payasadas que la policía mexicana (y yucateca) aprende de la televisión gringa y las mal copia.

Posiblemente Medina Millet ya hubiera sido liberado como lo desea el Diario de Yucatán, el Gobernador y los choferes de taxi, si en lugar de manejar tanta inconsistencia y artículo tras artículo, siempre, con el sello de la ambigüedad, se hubieran dedicado a aportar datos concretos e hipótesis con buenos fundamentos. Creo que mientras más politicen el caso, menos probable será que este señor salga de la cárcel.

Ahora que se reabrió el caso, se presentaron fotografías muy claras y yo diría elocuentes, por televisión, en donde se destaca con absoluta claridad la ausencia de pólvora que invariablemente forma una aureola en la piel en derredor de la herida, cuando el balazo es disparado a quemarropa, como sucede en los suicidios con arma de fuego.

¡Que extraño! Una joven pareja con toda una vida por delante, por si fuera poco, con dinero que tan feliz hace a la gente en la actualidad. Ella, una hermosa mujer. Faltando unos cuantos días para unirse en matrimonio ante la iglesia católica, siendo ya marido y mujer ante le ley.

Cuando una mujer se dedica al deporte de tiro con arma de fuego o su trabajo es de policía, guardaespaldas, militar o detective o pertenece al hampa, se interesa por las armas de fuego y se familiariza con ellas, pero en general las mujeres tienen aversión y le temen a las armas y desde luego, ignoran cómo funcionan. Para dispararse al corazón con un revólver se requiere saber manejar un arma. La mano femenina no tiene la fuerza para disparar sin antes amartillar y en lo que un arma así se amartilla, hay tiempo, si se quiere, de despojar a la mujer del arma.

Usted que seguramente desconoce el manejo de una arma, trate imaginativamente de dispararse en el corazón (con la mano que quiera). Verá que incómodo resulta. En el caso Medina-Abraham. ¿Qué hacía una pareja como ellos en un cuarto y con una pistola?

¿Quién sacó la pistola y para qué? Estas preguntas ya deben haberse hecho durante el curso de la investigación y del juicio múltiples veces con sus respectivas respuestas, pero en un juicio somero de aficionado no se requiere meterse a un expediente que debe tener más fojas que el del “suicidio” de la ejemplar luchadora social Lic. Digna Ochoa (q.e.p.d.)

Pero continuando con las reflexiones: la irresponsabilidad (ya sea que fuera homicidio o suicidio), debe castigarse. Hay toda una vida de tristeza eternamente insuperable, para una numerosa familia, que por si fuera poco, la sigue viviendo día a día por el escándalo en que se ha convertido este dramático suceso. El que sean poderosos económicamente o muy influyentes o muy vengativos (con o sin motivo), no les va a devolver a Ileana.

Si mi esposa tiene tendencias suicidas es por alguno de los siguientes motivos: o tiene un padecimiento neurológico o una enfermedad terminal que le ocasiona grandes sufrimientos o tiene una gran decepción de tipo sentimental que yo le pude haber ocasionado. Suponiendo que la occisa hubiese estado, en una de las tres condiciones, el poner cerca de ella un arma de fuego, es tanto como inducir al suicidio. El no hacer todo lo que esté a mi alcance para evitarlo (el suicidio) es una falta imperdonable de omisión y por último, manejar un arma cargada cerca de otra persona o jugar con esa arma es un acto irresponsable cuya fatal consecuencia merece también un severo castigo. Este sería el caso de homicidio imprudencial.

Y ¡Claro! dirán muchos partidarios de la “total” inocencia de Medina Millet, con justa razón: “como tú no estás tras las rejas, te parece fácil hacerla de fiscal y emitir un juicio al vapor”

Enterado a medias, de este sonado suceso, se me ocurre plantear una pregunta. ¿Quién es más injusto?

¿El fiscal que aporta los fundamentos para una condena injusta?

¿El abogado que logra la absolución de quien justamente debe ser castigado?

Dzunum.





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